martes, 18 de octubre de 2011

Me ha faltado tiempo para probar una paella. Si mi madre me oye me quedo sin comida de "mamá" de por vida. La razón, nunca me ha gustado la paella, no sé en que momento empecé a rechazarla pero diría que ha sido un cúmulo de situaciones en mi vida.
La primera, estar mala de la barriga y tener que comer paella y la segunda, y quizás más importante, fue estar incluida en el menú del policlínico privado en el que trabajaba, si es que a eso se le podía llamar paella (mezcla de pollo, champiñones, pimiento y algo de arroz).
La cuestión es que me he ido al restaurante "La mar de Bo" situado en El Perellonet, según hemos saludado ya nos han preguntado si éramos gallegos, confirmando así que si comíamos marisco éste tenía que ser muy bueno, el listón está muy alto.
La foto es de la paella de marisco, muy buena aunque algo apurada. Después pedimos la verdadera paella valenciana de la cual no tengo foto pero puedo decir sus ingredientes y añadir que estaba para chuparse los dedos.

Paella típica valenciana: pollo, conejo, caracoles (en este caso), judías verdes y blancas, romero, pimentón dulce molido, azafrán en hebra, tomate natural, aceite de oliva, sal y agua.

jueves, 6 de octubre de 2011

La vida mediterránea

Después de vivir en dos pisos, un total 6 compañeros de piso, pateadas, calor, calor, gente que grita para decirse las cosas, más calor, naranjas, orchata, ventilador, mercadona, otro mercadona, en frente un mercadona (que sorpresa) y muchísimo calor, puedo decir que ya estoy instalada.


En breves empezaré mi nueva andanza como estudiante en el tema de las conductas adictivas, mientras, me dedico a "turistear" y perderme por las calles de esta ciudad que se me hace inmensa. Si llevase un GPS sería como el de Frank de la Jungla que cuando no va en la dirección correcta dice " me cago en los cojones, we lost again" pero tengo que admitir que me encanta perderme y tener que preguntar por donde tengo que ir.

Menos mal que existe el metro, ese transporte público en donde te encuentras la crème de la crème de las ciudades. He visto a chonis de las de verdad, todo un mundo para mi, pero lo que más me chocó fue ver a un borracho insultando a una mujer china y un hombre ecuatoriano a grito limpio en hora punta y la gente alrededor sin decir nada. A veces es indignante el comportamiento que tenemos pero también es verdad que todo se hace por miedo, porque si a lo mejor dices o haces algo para defender a esas personas eres tu el que se mete en problemas. Según he salido del metro he buscado al guardia de seguridad (no lo encontré).


Algo que me hace mucha gracia es como la gente se queda con mi acento, intenta imitarme y al final se quedan en una mezcla entre el mexicano y español. Excepto para una camarera muy atenta que me ha preguntado de que parte de Argentina soy, lo suyo es el oído, o muy mal hablo yo castellano.

Lo mejor de todo es que para trabajar aquí, hace falta tener un nivel mínimo de valenciano así que, sí, estoy leyendo un libro en valenciano, viendo las noticias en la nou24 y aprendiendo gramática de un libro del Corte Inglés (era el festival del libro). El problema viene cuando sabes castellano y gallego de nacimiento, portugués por tu madre, francés por la escuela de monjas, inglés porque te gusta , e italiano de varios viajes con tus amigas.

Palabras mías que de momento no pierdo: pota, eu, e lo?, carallo, feita/o. Esto es muy duro.


Un beixo